POR: VICTOR CONTRERAS
Melitón Guevara Castillo, el hijo pródigo de Campoamor, el orgullo de El Roble, es un vivo ejemplo de la cultura del esfuerzo. En su infancia fue Aseador de Calzado y vendedor de chicles. Hoy, es un respetado Doctor en Periodismo y Analista Político. Orgulloso de su familia, y como dicen en el rancho, amigo de los amigos. Extraordinario anfitrión y bohemio e incansable lector de noticias. Disfruta como nadie de la compañía de Benito, su perro cariñoso, que lo a acompaña a todas partes y que llora, con angustioso llanto, cuando los amigos de su amo se despiden luego de una prolongada tarde de bohemia.
DE ASEADOR DE CALZADO
A DOCTOR EN PERIODISMO
Mientras Benito socializaba con los invitados, oliendo sus zapatos y mirándolos fijamente como buscando “un cariñito”, el extraordinario anfitrión, Melitón y su adorable esposa, la Maestra Martha García, sirven unos guisos de salsita verde con unos deliciosos nopalitos, de esos platillos, hechos en el rancho.
En una envidiable e incomparable tarde de octubre, allá en su preciosa casa de campo del Ejido El Roble, mis queridos compadres Melitón y Martha y dos profesionales de la lente, el talentoso Vicente Ballina y Juan Carlos, el conversador silencioso y además una bella mujer, Tere Macías, nos dispusimos a disfrutar de la tarde, de la plática, del tequila y de unas cervezas heladas, hasta que nos ganó la noche y el cansancio.
Desde hace unos 30 años lo he admirado y cuando escuche la historia como fue, creció el respeto por su formación intelectual y académica. Y es que es uno de mis queridos compadres del alma.
¿Quizá me gana el afecto?
Melitón Guevara Castillo, es el hijo pródigo del Ejido Campoamor, del legendario e histórico municipio de Padilla. Y ahora, matrimoniado con mi comadre Martha, Madrina de mi hija Gema, estimada y conocida por todos los habitantes del “Rancho”, Melitón se convirtió en el orgullo de El Roble, municipio de Guémez.
El destacado Analista Político del periódico El Diario, con su columna “Desde esta Esquina”, es un vivo ejemplo de la cultura del esfuerzo y no del privilegio. En su infancia, fue Aseador de Calzado y el que también fuera vendedor de chicles, es hoy un respetado Doctor en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, España, y catedrático universitario jubilado.
Quien recibiera la medalla al Mérito Ciudadano “Juan Báez Guerra”, en febrero pasado, que se otorga anualmente al padillense más destacado, está orgulloso de su familia, de su esposa y de su hija Ana Rosa, y como dicen en el rancho, es un amigo de los amigos.
Aquel Chaval que vendía chicles y era bolero en los alrededores del Palacio Federal, conoció a Don Andrés Ismael Hernández Rodríguez, quien le consigue una beca otorgada por el Club ABC, y que desde entonces le encontró sabor al poder de las calificaciones escolares, desde que la Maestra María de la Luz Vázquez Sotelo se lo trajo de Campo Amor a Ciudad Victoria, a veces disfruta de la bohemia pero también es un lector incansable e insaciable, casi voraz.
El Maestro en Administración Pública por la UANL de Monterrey, disfruta de la compañía de Benito, su perro cariñoso y travieso que nada más le falta hablar, aunque con sus ladridos y llantos se da a entender a la perfección. El popular Benito tiene el estrafalario hobby de llorarle con angustioso llanto a las visitas o amigos que se van luego de una tarde bohemia.
Algunas veces es tanto el cariño que le tiene a los amigos de su amo, que Benito se abraza con su manitas a las piernas del que pretender despedirse para que no se vayan.
El mayor de nueve hijos, siete hombre y dos mujeres, y creo, que el más querido por su madre Josefina Castillo, oriunda de Cieneguilla, municipio de Tula, y por don Erasmo Guevara Ordoñez, es un tipo con una formación sólida y consistente, pues no solo logró una Maestría en Educación Superior, además de otros diplomados, sino que en el Doctorado de Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela, obtuvo calificación de Sobresaliente Cum Laude.
“EL GENERAL”, el caballo que Relinchó en el Panteón…
Y entrados en la platica, de las historias, de las anécdotas, de la familia salió relucir aquel caballo apodado “El General”, muy querido por su Jinete, el Profesor José García Balleza, padre de la esposa de Melitón, la también profesora Martha García.
De esas historias interesantes o impresionantes donde el caballo y jinete se compenetran tanto en el cariño, que los retozos y pajareos del corcel son de gusto al ver a su amo, y que esos cuatro cascos y crínes, obedecen a la voz y a la fina rienda o deseo del amo.
Y me llamo la atención la manera en que mi Comadre Martha la estaba contando.
Pero más me impresionó la crónica del Sepelio de su padre el Profesor Don José, de esos eventos a donde asiste todo el Ejido y el Caballo “El General” iba a tras de la carroza, como si sintiera ese desprendimiento, de la ida , del último viaje sin regreso de su amo.
Y se oyó por varios cientos de metros alrededor del Panteón del Ejido, el estridente relinchido con las manos alzadas, un relincho de llanto, de sufrimiento inexplicable, como diciéndole:
“¡Adiós, amo!, ¡Adiós mi Jinete, ¡adiós, Profesor! ¿Por que me dejaste aquí?
Durante varios días, los asistentes del cortejo fúnebre comentaron lo sucedido durante varios días.
Y por la mañana del día siguiente no solo disfrute la neblina cerrada, tupida, que anunciaba un día caluroso, y con ganas de ir al Salto del Tigre, sino que disfrute como nunca unos tamales de frijoles recalentados con las hoja que los envolvía, sino que debo de reconocer que también soy extremadamente estrafalario, porque nunca me había enjuagado la boca con una cerveza al amanecer. ¡Qué delicia! ¿Seré alcohólico?
Saludos compadre. Te mando un fuerte abrazo.
Se nos acabó el espacio.