En Kazajistán, a los convictos por delitos de pederastia se les aplica un severo castigo: la castración química, es decir, la aplicación de inyecciones que reducen la libido de los reos y así contener sus impulsos. Ahora, Zoya Manaenko, la mujer que se encarga de aplicar estas inyecciones, ha hablado con la prensa occidental, en concreto con el tabloide británico Daily Star.
“Creo que es la decisión correcta”, dice esta mujer, de 68 años de edad. “Cometen terribles crímenes contra niños, así que está bien que la ley permita esto”, afirma.
Preguntada por su trabajo, asegura que “los convictos vienen aquí por la decisión de un tribunal. No hay ninguna emoción en mí”.
Las inyecciones son antiandrógenos esteroideos, medicamentos que se usan para combatir el cáncer de próstata y que Kazajistán usa para castrar químicamente a los pederastas. “Es una inyección intramuscular ordinaria en los glúteos. La sustancia que se inyecta al reo es oleaginosa y se hace lentamente, lleva tiempo”, explica Manaenko, que aplica estos pinchazos a cada preso cada 12 días.
Según su opinión, esta medida de su país debería ser adoptada por todos los estados occidentales: “Deberían tener en mente y recordar que este castigo existe para este crimen. No sólo son encarcelados, sino que pierden su fuerza masculina. Creo que Gran Bretaña y todo el mundo deberían aprender y hacerles saber qué castigo es este”.