La cantante cree que ya no cuenta con la suficiente vitalidad para disfrutar regularmente de un fin de semana de bebida, diversión, música y excesos.
A pesar de la espectacular transformación física que ha tenido, y del hecho de que todavía es muy joven a sus 32 años, la cantante Adele está convencida de que ya no podría lidiar, en lo que a la resistencia física se refiere, con todo un fin de semana de diversión, baile y excesos en la mítica Worthy Farm, el recinto donde se celebra anualmente el festival de Glastonbury.
La estrella de la música no ha descartado en ningún momento la posibilidad de que vuelva al evento en un futuro, pero eso sí, como parte del cartel de artistas que define cada edición y que ella lideró en el verano de 2016. Va a ser algo más difícil verla en medio del concurrido público que se amontona esos días en sus escenarios, sobre todo alrededor del icónico Pyramid Stage.
Y es que Adele, quien según fuentes de su entorno prepara nuevo disco y, además, es madre de un niño de siete años, Angelo, cree haber perdido la “habilidad” o la “energía” que se requiere para sacar el máximo partido a la experiencia, o al menos para hacerlo de forma regular.
“Desde luego, ya no tengo la capacidad, ni la resistencia para lidiar con ello todos los años. Pero cuando voy, sigo sintiéndome como un niña despreocupada y con ganas de pasarlo bien. Es pisar Worthy Farm y, de repente, sentir esa conexión tan especial con la gente y con el propio lugar. Creo que algunos de mis recuerdos más felices, salvajes, extraños, emotivos y, en definitiva, destacados de mi vida tienen Glastonbury como escenario”, explicó la artista en un documental sobre el 50 aniversario del festival de música más prestigioso del mundo.