Karl Malone se retiró en 2004 como el segundo máximo anotador de todos los tiempos en la NBA, sólo por detrás de Kareem Abdul-Jabbar. Metió 36.928 puntos, la gran mayoría con el Jazz, cuya camiseta vistió hasta que en su última temporada fichó por los Lakers en busca de un anillo que también se le resistió entonces. Es el único gran pero de su carrera, que también incluye dos oros olímpicos: con el Dream Team en los Juegos de Barcelona de 1992 y cuatro años después en Atlanta.Esa extraordinaria carrera y todos esos logros no habrían sido posibles si Gloria Bell y su familia hubieran presentado cargos contra Malone, que allá por 1984, mientras estaba en su segundo curso en la Universidad de Louisiana, dejó embarazada a la joven. Ambos eran de Summerfield, una pequeña localidad de unos pocos cientos de habitantes en la que todos se conocían. Él tenía 20 años. Ella sólo 13. El jugador se negó a reconocer a Demetress, el fruto de aquella relación.
Los análisis de sangre realizados para una demanda de paternidad contra Malone demostraron que había una probabilidad de más del 99 por ciento de que el hijo fuera suyo, pero él se negaba a pasar una pensión para su manutención. Consideraba que los 125 dólares a la semana que había fijado el juez eran demasiado. Poco antes de que se produjera la apelación, se prestó a llegar a un acuerdo extrajudicial dando a los Bell una cantidad de dinero que nunca trascendió.El árbol genealógico de Malone, el menor de nueve hermanos, ya era complicado desde las raíces. Su padre, Shedrick, formó otra familia con una mujer antes de suicidarse cuando el futuro jugador del Jazz tenía sólo tres años. Él, a los 17, ya tenía dos hijas a las que tampoco reconoció de inicio. Se enfrentó a otra demanda de paternidad por Daryl y Cheryl Ford, que nacieron de una relación con Bonita Ford, también de 17 años. La segunda de las gemelas fue rookie del año en la WNBA y llegó a ganar tres anillos con las Detroit Shock.También Demetress hizo carrera en el deporte profesional. Con 1,96 metros y 141 kilos, jugó en los Buffalo Bills y los Philadelphia Eagles de la NFL. En la actualidad tiene 36 años y su relación con Malone es buena, pero hasta su mayoría de edad fue inexistente. Bell no supo quién era su padre hasta que dejó el instituto. Fue entonces, en el primer contacto que tuvieron, cuando el poste del Jazz le dijo que tendría que abrirse camino solo. Pensaba que ya era tarde para que tuvieran una relación normal de padre e hijo.
“A mi padre lo veo como si mi madre hubiera ido a un banco de esperma”, dijo Demetress a ESPN en 2008. “No lo odio por no estar en mi vida. Me hizo una mejor persona. Crecí rodeado de gente buena. Nunca recurrí a una figura paterna. Tuve suerte. No necesitaba una. Estoy feliz “, explicó con frialdad.En 2014, sin embargo, Bell y Malone comenzaron a tener relación. El exjugador la invitó a cazar en Utah y todo cambió. Hace dos años, el hijo reconocía que se escribían mensajes de texto casi todos los días. “Me equivoqué. Cometí un error y las responsabilidades me resultaron abrumadoras”, reconocía Malone sobre aquel incidente de 1984 y su posterior negativa a reconocer a su hijo. “El padre tiempo es el mayor ladrón que hay y nunca puedes recuperarlo”, lamenta pasados ya 36 años durante los cuales se convirtió en leyenda. Su vida pudo ser muy distinta si los Bell hubieran presentado cargos.