Ana Cristina Ruelas.
“Los periodistas deben poder confrontar a un gobierno y a todos los actores políticos con una perspectiva crítica”, dijo Angela Merkel la semana pasada en su mensaje en el marco del 75 aniversario de la prensa libre.
Estos días, donde la libertad de prensa está bajo fuego, es difícil pensar que algún jefe de Estado acepte el deber de la prensa de confrontar a los gobiernos, de escudriñarlos y sujetarlos a una verdadera rendición de cuentas. Por el contrario, en el marco de la pandemia, son cada vez más los funcionarios, no sólo en México, sino en diversos países de la región, que esperan ver a un prensa sumisa y complaciente que se preocupe únicamente “por informar sobre la pandemia” como si todos los demás problemas existentes que caracterizan al país desaparecieran con ella.
En México, por ejemplo, la violencia contra la prensa sigue ahí. El domingo pasado, asesinaron en Sonora al periodista Jorge Miguel Armenta Ramos, director general del Grupo Editorial Medios Obson. Jorge salía de un restaurante junto a las escoltas asignadas por el Mecanismo de Protección a Periodistas cuando fue interceptado por personas armadas. Él y uno de sus escoltas murieron en el traslado al hospital. Jorge se había incorporado al Mecanismo desde el 2016 derivado de una serie de amenazas. Los medios que el representaba cubrían principalmente temas relacionados con seguridad y justicia.
La semana pasada también, amenazaron al periódico Reforma con “volararlo” si mantenía una línea editorial adversa al Presidente. A través de una llamada proveniente de Mexicali, se le advirtió al medio que el Cártel de Sinaloa estaba con Andrés Manuel López Obrador y dijeron “para que se cuiden”. Al respecto y, como nunca antes, el Presidente sancionó de manera inequívoca cualquier agresión en contra de la prensa, algo positivo pero no tan contundente en un contexto como el que estoy narrando.
Finalmente, durante la misma semana Article 19, Signa lab y Artistegui Noticias publicamos un reporte que habla sobre el uso de recursos públicos a través de la agencia Notimex para atacar periodistas. El reporte señala que cualquier crítica a la dirección de Sanjuana Martínez o a la agencia, va acompañada de una orden de atacar a través de redes sociales. Paradójicamente, y como si se tratara de confirmar lo dicho en el reportaje, después de la publicación, los autores recibimos una serie de ataques en el mismo sentido del reporte, como si la intención fuere confirmar lo dicho o, tal vez, restregarnos la impunidad que existe en el país. Hasta el momento ninguna señal ha habido respecto a una posible investigación, por el contrario una carta de nueve Senadores Morenistas permite afirmar la intención de enterrar el asunto en “pos de la información que debe prevalecer en tiempos de Covid”. Así es, la pandemia como pretexto a la impunidad.
El sol no se tapa con un dedo. La violencia, la corrupción y la impunidad ahí están, no se han ido, muy a nuestro pesar. Siguen aquí porque no se investiga o sanciona y, aún cuando el periodismo pone elementos de frente para que las instituciones puedan hacer su trabajo, falta mucho para asumir el debate y lo que significa la democracia (pluralidad, transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana).
Por esto, no nos cansaremos de decir que la única forma de acabar con la violencia contra la prensa es rechazar la intencionalidad detrás del silencio, es decir la impunidad.
SIN EMBARGO