Blanka Alfaro
Sin embargo, y tristemente sin querer juzgar a nadie, las primeras imágenes de gente saliendo de cuarentena son de filas intentando entrar a tiendas de ropa. Foto: Especial, tomada de Twitter.
Ayer vi las primeras imágenes y videos de las ciudades que están saliendo de la cuarentena que enfrentamos por la COVID-19, tristemente no me sorprendieron en lo absoluto, es de esperarse todo lo que viene.
La COVID-19 nos ha hecho enfrentarnos como humanidad a algo que nunca habíamos imaginado y es la oportunidad de replantearnos nuestro comportamiento en este planeta, cómo es que siendo la especie más inteligente que ha pisado la tierra hoy tenemos que estar encerrados. ¿Lo hemos provocado nosotros mismos? ¿Qué no debimos hacer para llegar a esto? Estas son preguntas que deberían asaltarnos cada segundo ahora en esta situación, pero creo que la pregunta más importante de todas es ¿qué estamos dispuestos a hacer o dejar de hacer para cambiar las cosas?
Ahora sabemos o al menos nos imaginamos que nuestro comportamiento tiene consecuencias, algo tal vez muy lógico para muchos, pero no tanto para otros. ¿Tú en qué lado estás? Es obvio que si hacemos algo mal las consecuencias no serán buenas, esto debería ser tan sencillo como esa premisa, pero la realidad es que el mundo es más complicado que eso, y cada uno de nosotros interpreta el mundo como su experiencia se lo permite, por algo aquel dicho de “cada cabeza es un mundo” y eso es verdad, la realidad de la pandemia no puede ser la misma para una persona que vive en Coita, Chiapas, en donde no hace más de una semana todo mundo incluyendo las autoridades rompieron la cuarentena por perseguir un hombre lobo, sí, leíste bien, un hombre lobo, que como lo viven en San Pedro, Garza García, donde tres adolescentes adineradas presumían que su padre era el primer infectado por coronavirus en Nuevo León y que mostrarían en su red social lo que implicaba el confinamiento. Pero hoy en lo que no cabe ninguna duda para nadie es que algo pasó, no importa de donde seas todos podemos notar que algo malo pasó y que trajo consecuencias para todos y que ese algo es resultado de cómo hemos hecho las cosas hasta hoy, creo que desde cualquier nivel o situación debería ser más fácil que nos comencemos a preguntar ¿qué estamos haciendo mal?
Sin embargo, y tristemente sin querer juzgar a nadie, las primeras imágenes de gente saliendo de cuarentena son de filas intentando entrar a tiendas de ropa, gente en bares sin siquiera respetar ya la distancia, cada quien es feliz haciendo lo que más le plazca, pero hasta dónde deberíamos haber aprendido que hay cosas más importantes que la ropa que llevamos puesta, o un trago de una buena cerveza.
Como una persona que lucha por los derechos de los animales una pequeña esperanza que me daba esta cuarentena era que la mayoría de las personas, al verse confinadas y sentir lo que era el encierro involuntario, empatizara con la vida que le damos a los animales que usamos para nuestro beneficio, el más evidente, por ejemplo, compararnos con los animales en los zoológicos que encerrados sufren de por vida lo que nosotros de una manera muy “suave” hemos sufrido en esta pandemia estos últimos días, dicen que la esperanza muere al último pero ¿realmente podemos esperar un cambio en nuestro comportamiento después de esta pandemia? O sólo diremos “que bueno que no me paso nada, la vida sigue”.
No digo que este mal salir y “disfrutar” la vida, yo extraño ver una película en el cine o una cerveza con los amigos, de eso no hay duda, pero realmente me alarma que todo siga igual, que sigamos siendo el único animal que se tropieza más de una vez con la misma piedra, pero me pregunto ¿quién es más tonto, el que espera el cambio o el que no cambia?
SIN EMBARGO