El Presidente ya ve la luz al final del túnel, pero otros tienen otros datos.
Por: Carlos Ornelas
Entiendo que no había de otra; lo peor ante la pandemia era no haber hecho nada en el sector educativo. Pero hay una gran distancia que de allí se “… regresará a clases con un sistema educativo adelantado a su tiempo, en términos de años, dos o tres, quizá, porque la respuesta de docentes y alumnos a esta nueva experiencia a distancia ha sido espectacular”. Las palabras son del secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma (Boletín de la Secretaría de Educación Pública 118, 7/5/2020).
Insiste en que, si las condiciones lo permiten, se reanudarán las clases el 1º de junio o antes en los municipios donde no haya riesgo alto de contagio, pero no habla de protocolos de seguridad sanitaria más allá de que se limpiarán a fondo las escuelas.
El subsecretario de Educación Básica, Marcos Bucio, fue más cauto; aseveró que donde los padres no quieran no se reiniciará el ciclo.
Sin embargo, la Secretaría de Educación Pública evadió su obligación. El acuerdo secretarial 09-04-20, transfiere el riesgo a directores y supervisores: “el día 18 de mayo se podrá determinar los municipios de baja o nula transmisión de SARS-CoV2, y con ello las autoridades escolares con la autorización respectiva, podrán ajustar su calendario escolar, bajo su entera responsabilidad” (DOF: 30/4/2020).
El Presidente ya ve la luz al final del túnel, pero otros tienen otros datos y dudan que para el 31 de mayo pueda volverse a la normalidad que, de cualquier manera, ya no será normal.
Entre el magisterio y trabajadores de la educación hay muchas personas mayores de 60 años, otras padecen de diabetes u otras dolencias que incrementan el peligro de contagio. Si hay muertos ¿quién se responsabilizará?
Aunque se diseñen tácticas para, digamos, que nada más asista la mitad de los niños una semana y la otra mitad a la siguiente, se separen los espacios entre pupitres y todos lleven cubrebocas, a la hora del recreo —porque sin recreo la escuela no es escuela— los alumnos desconocerán a Susana Distancia.
Militantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) advierten que en sus territorios lucharán porque no se abran las escuelas, también boicotean el programa Aprende en Casa. Una paradoja, su defensa es no moverse; la CNTE que ha hecho de la movilización un arma de presión.
La facción del SNTE, que comanda Alfonso Cepeda Salas, en público muestra subordinación al presidente Andrés Manuel López Obrador, pero en la negociación a puerta cerrada con funcionarios de la SEP, aunque que tenga pocos grados de autonomía, sabe maquinar presiones y obtener ventajas. Cavilo que esta vez sí se opondrá a que sus agremiados se sacrifiquen por el bien del gobierno, aunque con ello enoje al Presidente.
Con todo y las múltiples críticas —muchas correctas— Aprende en Casa es la alternativa que tiene el gobierno. No es la panacea que dice el secretario, tampoco la respuesta de maestros fue espectacular, pero regresar a clases en mayo o junio costaría más. Sería mejor sacrificar el año escolar.
Excélsior