Michael Robinson (Leicester, 1958) falleció este martes en Madrid a los 61 años de edad después de una larga batalla contra el cáncer que se complicó en los últimos días.
El legendario exjugador inglés fue diagnosticado con un cáncer en octubre de 2018 y durante meses logró contenerlo, incluso manteniendo su trabajo como comentarista en una cadena española, en donde conducía su prestigioso Informe Robinson y tertuliano de la SER. Pero finalmente, en la primavera de 2020 se apagó ese acento tan popular y querido en España.
Michael fue un delantero clásico inglés, con una larga carrera en las islas, desde el Preston North End con el que debutó con sólo 17 años y estuvo hasta los 21 (la mayoría en segunda), al Mánchester City (79-80), Brighton (80-83) y finalmente la temporada de su vida, la 83-84 defendiendo la camiseta del club de su corazón, el Liverpool, con el que ganó Premier, Copa de la Liga y la Champions. Era suplente de Dalglish y Rush, pero jugó la prórroga de la final contra la Roma en el Olímpico.
Al año siguiente jugó poco y cambió de aires, rumbo al Quens Park Rangers, (84-86). Para acabar recalando en el equipo que también tiene plaza de privilegio en su corazón, Osasuna. Allí llegó en enero del 87 pensando que la ciudad se llamaba tal cual, Osasuna, un comienzo que nada tuvo que ver con lo que vino después. Marcó siete goles para salvar a los rojillos esa temporada. Ya llegó lastrado por su rodilla derecha, unos problemas que se agravaron y le obligaron a retirarse dos años después, en enero del 89. Fue internacional con Irlanda.
El fútbol moderno en España no se entiende sin la figura de Robinson, presente en las últimas tres décadas de las retransmisiones futbolísticas de clubes y también de algunas fases finales de selecciones, un tiempo en el que su dupla con Carlos Martínez ha sido inseparable, de las más longevas de la historia de la televisión española.Respetado y querido como pocos en el panorama deportivo, su legado es incuestionable: sus análisis, su anecdotario, su humor y su trabajo en programas de culto, como Acento Robinson en la SER y, sobre todo, Informe Robinson, donde puso su sello a un programa que ha elevado la calidad de la producción de reportajes deportivos para la televisión en España. Cómo no recordarle también como imagen del PC Fútbol.Las aficiones de Robinson iban más allá del balón. El rugby, el golf de su amigo Severiano Ballesteros, las tertulias… Y su penetración más allá del deporte. Su guiñol hacía de presentador del irreverente informativo del Plus, puso voz a cursos de inglés, fue imagen de distintas campañas publicitarias y su dominio del refranero español para sí lo quisieran muchos lingüistas. Quiso estudiar historia del arte antes de ser comentarista. Y se convirtió en un gaditano más. Cadista también. Y carnavalero, por supuesto. “Me gusta la ciudad, me gusta el equipo de fútbol, me gusta cómo afrontan la vida los gaditanos… me fascina”, decía en Jot Down hace 10 años.En octubre de 2018 le comunicaron que padecía cáncer. Quedará para el recuerdo no sólo cómo lo anunció, sino la entereza, el humor y las reflexiones que nos dejó durante este tiempo. “Estoy jugando un partido y en estos instantes estoy perdiendo 2-0. Pero ojo, falta media hora y tengo a Messi quitándose el pantalón del chándal y va a entrar y jugar para mí. Esto lo voy a ganar seguro, porque Emiliano Calvo, mi oncólogo, es madridista, pero yo le he llamado Messi. Es el padre de la inmunoterapia, que está salvando vidas y, desde luego, va a salvar la mía”. Nunca perdió el optimismo. Y algo tenía claro: “Tengo una teoría, es algo filosófica: el cáncer, espero que más tarde que pronto, tiene una oportunidad: me puede matar una vez, pero no va a hacerlo todos los días”.
Robinson peleó hasta el último segundo. Alargó el minuto 90 y pudo ver al Liverpool ser de nuevo campeón de Europa en su ciudad. Su último partido como jugador fue contra el Betis en El Sadar. Como comentarista, se despidió de LaLiga en el Betis-Real Madrid y en Champions, el último partido de su vida, en Anfield, su Anfield, donde se despidió del fútbol en el estadio donde más feliz fue, donde escuchó por última vez el ‘You’ll never walk alone’. Como despedida, dejamos el tuit que dejó cuando le diagnosticaron la enfermedad. Hasta siempre, Michael.
Nota tomada de marca.com