Una jugada como The shot podría traumatizar a cualquiera.
No a Craig Ehlo, el jugador al que Michael Jordan superó para anotar el mítico lanzamiento con el que los Bulls eliminaron a los Cavaliers en el quinto partido de su serie el 7 de mayo de 1989. Los saltos de Air agitando los puños contrastaban con la desolación de su defensor, sentado sobre el parqué, pura impotencia.Lo peor para Ehlo no llegó después, pues en las seis temporadas posteriores a aquel partido tuvo los mejores registros en sus 14 años de carrera en la NBA. Su pesadilla comenzó cuando se retiró en 1997. Las lesiones le habían castigado durante los últimos años en Atlanta y Seattle, donde se retiró. Tenía espasmos en la espalda y no podía agacharse. Se sometió a dos operaciones, en 2003 y 2007, pero los dolores persistían. En 2008 comenzó a tomar analgésicos. En 2010 volvió a pasar por el quirófano por una hernia de disco. El médico le recetó hidrocodona, un opioide que se utiliza para aliviar el dolor.Ehlo llegó a tomar 15 pastillas al día.
Cuando el doctor ya no le recetaba más, las conseguía a través de una persona que las vendía. Su carácter, habitualmente alegre, se amargó. Cada vez estaba más distanciado de su esposa y sus tres hijos. Un día de verano de 2013, antes de un viaje familiar, mientras hacían las maletas, su mujer le confiscó las píldoras que había metido. El exjugador, lleno de ira, tomó toda la ropa que pudo, la roció de gasolina y la prendió fuego.
Aquella noche, después de que fuera detenido y los bomberos sofocaran el incendio, la pasó en la cárcel de Spokane, ciudad en la que reside, a unas cuatro horas de Seattle. Ehlo había tocado fondo. El juez le puso una orden de alejamiento de su familia. En una celda, con el traje naranja de los presos estadounidenses, descalzo porque en la comisaría no había calzado de su talla, decidió que tenía que dejar las pastillas.A través de Chris Herren, un ex NBA adicto a la heroína, conoció la clínica Gosnold, especializada en adicciones. Estaba en la otra punta del país, en Massachusetts. No le importó.
Pasó allí un mes. A su vuelta a Spokane, se declaró culpable de un cargo de incendio imprudente. No volvió a la cárcel, pero se mantenía la orden de restricción de su familia y estuvo viviendo con su suegra. Acudía a reuniones de Narcóticos Anónimos y solía ir a la iglesia. Cuando pudo regresar a casa, su mujer y sus hijos no le dejaban ir solo a ninguna parte por temor a que recayera.El exjugador, que ha ejercido como entrenador ayudante en la Universidad de Western Washington, lleva años limpio después de ganar el partido más importante de su vida. Perdió aquel de mayo del 89, el que impidió que los Cavs se convirtieran en el equipo que dominaría la NBA en los años 90. Eso pensaban Ehlo y sus compañeros Mark Price, Ron Harper, Larry Nance y Brad Daugherty. Eso pensaba casi toda la NBA. “Sin aquel tiro de Jordan, habríamos ganado un par de anillos”, dice Ehlo.
Nota tomada de marca.com