La encrucijada del infierno
José Ángel Solorio Martínez
Los gobiernos y los ciudadanos de Tamaulipas, estamos sorprendidos, asustados. La ola de calor -y la ausencia de temporadas de lluvias- nos ponen contra la pared y exhiben lo vulnerables que podemos ser, ante la incapacidad para resolver esos desafíos de la naturaleza.
Sólo que el medio ambiente que tenemos, es resultado del trato que le hemos dado en décadas, siglos.
Hace casi 30 años, escuché una propuesta visionaria -luego resultaría, una promesa de campaña incumplida-, del entonces candidato a gobernador, Manuel Cavazos Lerma: sembraría desde su gobierno dos millones de árboles.
Es evidente: no cumplió.
Los que sí cumplieron, fueron aquellos grandes productores agrícolas, que ampliaron las fronteras de sus siembras, poniendo su granito de arena para la deforestación y su consecuencia más a la mente: la ruptura del ciclo del agua y la elevación de la temperatura ambiental.
Vemos en ese resultado, dos indicadores: la inoperancia, la demagogia del gobierno estatal y la ambición desmedida -vulgar, diría AMLO- de los magnates agropecuarios de la región.
¿Qué responsabilidades tiene el gobierno, en la construcción de proyectos para mitigar la sed y el calor solar?
1.- El tejido de diversos planes para impulsar, una cultura del agua, sólida y consciente. Esto, desde las áreas gubernamentales que debieran poner el ejemplo de ahorro hídrico mediante el consumo racional en las centenas de dependencias que aún utilizan sanitarios de viejo cuño que dilapiden muchísimo líquido.
2.- Un programa para reforestar todo el estado, con varios millones de árboles; poniendo énfasis, en las especies regionales: mezquite y encino, toda vez que son de las más resistentes a la sequía y a las plagas. Otra bondad de esta flora, es su sistema radicular: tiende a ser profundo -lo que la hace aguantadora, a la falta de humedad- y adaptable a las zonas urbanas, porque sus raíces, no dañan significativamente el pavimento ni tuberías de agua y drenaje (AD).
Equivocadamente, el ficus, ha sido por años el favorito en la comarca; es una especie que fractura pavimentos, lastima construcciones y es uno de los principales responsables en daños a las redes de AyD.
Es decir: la desficusización, de la entidad, es vital para hacer eficiente los servicios de AyD.
3.- Un plan emergente y urgente, para la renovación de las redes de AyD. Es esta variable, la de mayor impacto en la falta de agua en las principales ciudades tamaulipecas. Los alcaldes, se niegan a invertir en este rubro, porque consideran que no es rentable políticamente; es decir: son obras que no se ven, por lo cual no aportan aceptaciones ciudadanas.
Es tiempo, de dejar de pensar como políticos, para resolver problemas cuya respuesta es por mucho, técnica.
¿Qué responsabilidades tenemos los ciudadanos en este demoniaco escenario de sed y calor?
1.- Tener claro, que debemos adoptar otra cultura del uso del agua. Los días de dispendio, de abasto sobrado, de horas en la ducha, se acabaron. Igual de los sanitarios, de tinas monumentales. Habremos de cambiar, hasta las técnicas de lavar ropa y coches. Habremos de pensar, en achicar jardines para reemplazarlos por árboles. Reparar fugas y utilizar el agua potable con una racionalidad de contador público.
2.- Operar con inteligencia las redes de energía eléctrica. Los días de refrigeración de toda la casa, parece estar acabando. Usar equivocadamente este recurso, impacta severamente en el funcionamiento de las redes de agua potable.
Más claro: si reventamos el abasto de energía, colapsamos el abasto de agua potable.
Nunca como ahora, tenemos ante nosotros una amarga encrucijada: o jalamos parejo -gobierno y sociedad- o nos iremos al infierno…